viernes, 30 de octubre de 2009

El segundo cuarteto de cuerda, de Ligeti


Cuando un compositor escribe una obra, normalmente es porque alguien se lo ha pedido. Es muy raro que un compositor se levante un día por la mañana diciendo:

-Hoy voy a escribir una sinfonía para ocho solistas, tres coros mixtos y orquesta, mira tú por donde, me ha dao por ahí.

Quizá cuando se está estudiando se hagan ese tipo de cosas, pero posteriormente, cuando uno ya tiene un nombre, un trabajo, una familia que mantener y esas cosas que tienen las personas mayores, pues escribe si alguien le pide que escriba. En caso contrario, se queda en la cama, o se lleva a los niños al colegio, o se va de vacaciones a la playa. Pero ya digo, es muy raro que se ponga a escribir música. Entre otras cosas, porque conoce de primera mano lo difícil que es estrenar una pieza que ha sido escrita sin venir a cuento.

Antiguamente, los que hacían este tipo de encargos eran los mecenas. Personas que tenían mucho dinero y que les gustaba la música le decían a un compositor o a otro: Yo te pago a cambio de que escribas. Como no sé de música, te doy carta blanca, y como tengo mucho dinero, tengo mucha influencia y lo que hagas se tocará, tenlo por seguro. En el siglo XX, de una manera gradual, esta función pasaron a tenerla las instituciones, ahora es el gobierno, la junta de Andalucía o el INAEM, por poner tres ejemplos, quienes hacen un encargo, que tampoco tienen que saber necesariamente de música, pero sí entienden de dinero, y entonces te dicen:

-Escribe una obra para tal conjunto que músicos que van a tocar tal día. No puedes utilizar ningún instrumento que no tengan ellos, y tu música no debe durar más de 7 minutos. Así que ve olvidándote de tu sinfonía para ocho solistas, tres coros mixtos y orquesta. Tienes que entregar la partitura el mes que viene y algún día te pagaremos, descuida.

Ligeti recibió una vez un encargo de un cliente misterioso. Una especie de mecenas antiguo, que le dijo:

-Escribe un cuarteto de cuerda.

No dio más detalles, pagó por adelantado y procuró que no trascendiera su nombre, así que no sabemos a quien debemos agradecer que Ligeti se pusiera con este cuarteto. Le pasó algo parecido a lo que había vivido Mozart años antes cuando el hombre misterioso vestido de gris llamó a su puerta y le pidió un requiem. Sólo que Ligeti no se puso a pensar en que si iba a morir ni historias del estilo. Escribió y punto.

Sabemos que en la creación de Ligeti se suelen distinguir dos periodos:

Por un lado los años '60, donde juega con texturas y escribió, por ejemplo, el requiem, por otro lado los '80 donde se vuelve loco con las polirritmias africanas y escribió, por ejemplo, el concierto para piano, y podríamos decir que toda la parte intermedia se dedica a e experimentar.

En este cuarteto, que fue escrito en 1968, juega un poco con el espectralismo: El espectralismo es una corriente que estaba naciendo en Francia, de la mano de Gerard Grisey y Tristan Murail. Aunque haya puesto una foto de un espectro bien simpático en el encabezado, el espectralismo no va por ahí. Explicarlo aquí no es tarea fácil. Básicamente podríamos decir que basa toda la música en el espectro armónico, que es una serie de sonidos que de alguna manera suenan a la vez que cualquier otro sonido que oigamos, y que nuestro cerebro interpreta sin decirnos nada como timbre. Es decir, ¿Qué diferencia hay entre el timbre de una flauta y el de un niño llorando? Pues el espectro armónico que es totalmente distinto. Si dos sonidos se parecen, sus espectros serán parecidos y si se diferencian, serán distintos.

Pues bien, un compositor espectralista basa toda su música en un conocimiento minucioso de todo eso. La forma, la estructura, la armonía, el concepto de consonancia y disonancia, incluso el ritmo y el timbre vienen determinados por el propio espectro (y lo que el compositor quiera hacer con él).

Así pues, Ligeti juguetea un poco con el espectralismo, para luego no volver a él (seguirá jugueteando con distintos estilos en los años '70). Por otra parte, los cinco movimientos de que consta, hacen referencia a un mismo material común, que va viéndose desde distintas perspectivas. Amodo de anécdota, en la partitura del cuarto movimiento, "Presto furioso, brutale, tumultuoso" dice que si al final de la interpretación los arcos conservan todas sus cerdas, es síntoma de que no se ha interpretado suficientemente "brutale".

Os dejo una versión de Arditti - String - quartet.

3 comentarios:

  1. Muchas gracias, María, y bienvenida al blog!

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  2. Bueno. Eso de los dos periodos está muy bien, pero que hay de antes del '60, ¿no hay Ligeti?. ¿Dónde encaja, por ejemplo, su Musica ricercata?
    Gracias.
    Saludos.

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