miércoles, 2 de diciembre de 2009

La sinfonía nº45, de Haydn


Haydn en el fondo era un cachondo. A nosotros nos venden la imagen de hombre íntegro, que trabajaba para el rey, así con su peluca clásica y nos creemos que era un hombre serio, pero en verdad, la verdad de las verdades, es que era un cachondo mental. Eso sí, como casi todos los clásicos y casi todos los barrocos. No os creáis vosotros que aquélla gente se tomaba la música tan en serio como nos la tomamos nosotros; que si no se puede hablar en el concierto, ni toser, ni desenvolver caramelos, ni nada de nada. Todo eso llegó con el romanticismo, cuando les dió a los filósofos por decir que la música es la más sublime de las artes y que por tanto estaba por encima de todas las demás y entonces se creó el concierto público, y los nobles, y todo pasó muy deprisa...

En el clasicismo, concretamente en 1772, Haydn trabajaba para la familia Esterhazy. Sus funciones eran las de un músico al servicio de la corte. Es decir, escribir música y dirigirla, puesto que la misma familia tenía una orquestita que trabajaba a tiempo completo. Luego la familia le daba bastante libertad a Haydn para componer y es curioso, porque, aún viviendo prácticamente aislado, puesto que vivía con esa familia, Haydn se hizo bastante famoso en prácticamente el mundo entero. Parece ser que, si bien Haydn no tenía libertad para, por ejemplo marcharse de viaje por ahí a conocer Europa, sí que conocía a bastante gente que venía a ver al Estrehazy y culturalmente estaba más o menos enterado de lo que se estaba haciendo por Europa. Por otra parte, en toda Europa, le conocían a él porque trabajaba para Esterhazy. Así que estaba aislado, sí, pero de una manera relativa.

Cuentan que una vez, el príncipe Esterhazy se fue de vacaciones. Evidentemente, se llevó de vacaciones a toda su corte. Cocineros, lacayos, sirvientes, doncellas... y por supuesto, músicos. Los músicos eran numerosos, y en principio no podían llevar a sus familias con ellos, creo que Haydn sí que podía, pero los demás no. Así que cuando el príncipe decidió que allá donde estaba estaba muy a gusto, y alargaría las vacaciones, a la orquesta no le sentó nada bien. Y claro, no podían llamar a su sindicato de músicos, porque no había llegado la revolución industrial ni los sindicatos ni nada de eso. Así que les tocó aguantarse y esperar. Pero empezaron a ponerse nerviosos, porque claro, los instrumentistas querían ver a sus familias, y bueno, Haydn tenía allí a su mujer y tal, pero los demás se sentían más solos que la Luna.

Así que al final, como no tenían sindicato, decidieron comentárselo a Haydn. Le dijeron: -Tú eres el director y aquí eres el que tiene talento, y eres famoso en el mundo entero. Dile tú al príncipe que nos queremos ir.- Y Haydn, claro, ¿Qué podía hacer?. Intentó decirle algo, pero en el fondo le daba miedo, Esterhazy, al fin y al cabo, era el noble; así que se le ocurrió escribir una sinfonía. La sinfonía nº45, "Los adioses".

El título probablemente se lo haya puesto algún editor, Haydn no solía hacer esas cosas de escribir títulos a las sinfonías. El caso es que la sinfonía en total era una especie de indirecta. Comienza con optimismo, tomando las técnicas del "Sturm und drag" que se estaba poniendo de moda en Austria, tonalidad menor y contrastes dinámicos y bla bla bla, y pasado el primer movimiento, luego el segundo y el tercero, llegaba el cuarto. Una vez comenzado, uno a uno, los músicos se iban levantando de sus sillas, iban apagando la vela que daba luz a su atril, saludaban con una reverencia al príncipe, y finalmente abandonaban la sala.
Así hasta que sólo quedaban dos violines, que harían lo mismo.

Es decir, una performance en toda regla. Cuentan, aunque muy probablemente sea falso, que el príncipe, cuando sólo quedaban dos violinistas tocando dijo: "Bueno, si todo el mundo se marcha, tendremos que irnos nosotros también" y que al día siguiente se fueron. Pero es demasiado bonito como para ser cierto. Seguramente no pillara la indirecta y se quedara dos semanas más y al final se fuera porque empezara a hacer frío, o porque le reclamaran en alguna guerra.

Pero es bonito pensar que la sinfonía sirvió para algo.

Después de esta sinfonía, Haydn escribió muchas otras, se hizo famoso en el mundo entero, le encargaron música por todas partes (incluso desde España). El príncipe se murió. El heredero del príncipe, al que no le gustaba la música, le despidió dejándole una pensión vitalicia. Haydn entonces vivió en Londres una temporada, volvió a Viena, le dió clases de contrapunto a Beethoven, y luego, después de mucho tiempo, se murió.

Espero que os guste.

Sinfonía nº45, de Haydn

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